Era el campo de mi vida
un terreno sin labrar
las cuatro hiervas que había
no me servían de nada.

Pero un día te colaste
en el campo de mi vida
llenándolo de semillas
de ilusión y de alegría.

Y empezaste a preocuparte
por que prendieran en el
y las regaste con mimo
cada nuevo amanecer.

Y cuando fueron brotando
esos tallos de alegría
mezclados con ilusión
parecían fantasía.

Y ese campo de mi vida
se convirtió en un placer
soñando en tu compañía
del alba al anochecer.

Viendo brotar esos tallos
yo me pude estremecer
cuando una tarde a tu lado
rompieron a florecer.

Era el campo de mi vida
un terreno sin labrar
y tus semillas de amor
consiguieron germinar.

Y han convertido ese campo
en un lindo paraíso
donde brota cada día
el amor, sin compromiso.

Un terreno sin labrar
era el campo de mi vida
ahora brotan ilusiones y alegrías cada día.