Niña,
tu alegría me domina
tu garbo me fascina
y esos andares tuyos
me están quitando la vida.

Tus ojos son luceros,
que me atraviesan cuando me miran
y por ese brillo, las estrellas
se están muriendo de envidia.

En tu pelo rizado,
hacen trenzado mi alma
despertando mi ilusión
que dormía agazapada.

Niña,
tu alegría, es fantasía
tu cuerpo es armonía
y por esos andares tuyos
muero yo cada día.